Uno de los motivos principales por los que inicié un cambio profundo en mi alimentación fue no conformarme con una salud mediocre. Yo no estaba enferma, solo tenía síntomas indefinidos que me incomodaban y hacían que no disfrutara de la vida (al menos no todo lo posible). Casi siempre me dolía la espalda, o la cabeza, o ambas cosas, muchas veces me sentía mal del estómago, con dolores, gases o molestias, me ponía enferma de la garganta con facilidad y me sentía cansada, apática, con ansiedad, sin ganas de mucho. Un panorama bastante deprimente para una persona de veintipocos, incluso menos de veinte.

El día en que comprendí que lo que comemos está íntimamente relacionado con cómo nos sentimos, algo hizo click en mi cabeza. Entendí que no me merezco conformarme con una existencia de síntomas absurdos que trataba con la pastilla de turno. Mi camino comenzó entonces y aún sigo investigando, formándome y aprendiendo lo que considero que es la salud natural. Entendernos y respetarnos es la base para gozar de buena salud, junto con una alimentación correcta.

Son muchos los factores que influyen en cómo nos sentimos (física y emocionalmente) y es por eso que un abordaje exclusivamente alimentario muchas veces se queda corto. Pero la alimentación es una de las claves para ese cambio, la alimentación lo cambia todo. Nuestra relación con la comida determina nuestra relación con nuestra vida, nuestra escala de valores y nuestro compromiso y respeto con nosotros mismos. 

Este post no es una lista de alimentos para gozar de buena salud intestinal porque tal lista no existe. Es una combinación de buenas prácticas, ejercicio diario, contacto con la naturaleza y respeto a nosotros mismos lo que, al final, hará que gocemos de una buena salud intestinal. Y la salud, le pese a quien le pese, comienza ahí, en el estómago y los intestinos, que son nuestra principal ventana al mundo exterior. Por eso es necesario contar con una microbiota equilibrada, feliz y bien alimentada, para tener un sistema digestivo fuerte y, por lo tanto, ser inmunológicamente competentes.

No te pierdas el próximo Taller de Fermentados y Salud Intestinal el 21 de abril en Madrid. ¡Últimas plazas!! En él aprenderemos cómo alimentar a nuestra microbiota para que este sana y feliz, cómo incorporar alimentos fermentados a nuestras recetas del día a día y a preparar nuestros propios fermentados caseros. Más info e inscripciones aquí. 


Pero, ¿por dónde empiezo? 

1.Come alimentos, no comas productos.

Si hay algún secreto clave para comenzar a sanar es este.  Un simple paso que ya mejorará de forma drástica tu salud. Evita cualquier producto procesado (y sí, el pan de molde es un procesado, pero las barras de pan de mala calidad también, y la salsa de tomate, las galletas, los cereales, los embutidos, la bollería industrial, las sopas de sobre, los noodles con sabores, las galletitas saladas, la Nutella y sus amigos y todo aquello que lleve en su etiqueta más de 2, a lo sumo 3 ingredientes).

¿Cuáles son los alimentos de verdad? La fruta, la verdura, las hortalizas, las setas, las legumbres, los cereales integrales, los huevos (mejor de gallinas felices) y, en caso de consumirla, la carne y el pescado, de la mejor calidad. Consume ecológico en la medida de lo posible. Y todo bien condimentado con especias variadas, porque darán gusto a nuestros platos y muchas tienen propiedades de las que podemos beneficiarnos.

2. Da de comer a tu flora intestinal.

¿El qué? Fibras fermentables. Un tipo de fibras que alimentan los microorganismos que viven en nuestro sistema digestivo. Hay tres tipos que fibra que son especialmente buenas para esas bacterias: las pectinas (las encontramos en la zanahoria, la manzana y el plátano cocido, entre otros), el almidón resistente (lo encontramos en el plátano verde, la patata cocida y enfriada, el kuzu y el arroz cocido y enfriado, entre otros) y los mucílagos (los encontramos en el pudding de chía, en las semillas de lino o el agar agar). Los polifenoles también modulan nuestra microbiota (los encontramos, entre otros alimentos, en los arándanos, el té verde, el cacao puro o la manzana).

En este punto quiero agradecer a Lucía Redondo y Jesús Sanchís por el tan increíble Seminario de Salud Intestinal que impartieron en Madrid el pasado fin de semana y que es claridad en medio de tanta información incorrecta o tergiversada. Gracias.

3. Endulza con miel cruda.

Aunque este es un blog de recetas veganas, no quería dejar fuera de este listado la miel, ya que es mucho más que un mero endulzante. Debe estar sin adulterar y sin filtrar para que podamos beneficiarnos de sus efectos sobre nuestra microbiota. 

4. Incorpora los fermentados a tu vida.

Elabora tu propio chucrut o pickles, comienza tus comidas con un caldo digestivo con miso, toma kéfir de agua o té kombucha, lo que prefieras, pero que formen parte de tu día a día.

5. Haz ejercicio a diario,

Mueve tu cuerpo y tus intestinos, suda, estamos diseñados para el movimiento.

6. Mantente en contacto con la naturaleza y evita la super higiene.

Haz caminatas, báñate en lagos y ríos, respira aire fresco y no te duches mil veces al día frotándote como si no hubiera un mañana con jabón. Vivimos en el mundo, no nos conviene acostumbrar a nuestro organismo a vivir en una burbuja hiper pulcras.

7. Evita el estrés

Toma medidas activas para sacar el estrés de tu vida. Práctica actividades que te relajen, comienza a meditar, camina por la naturaleza, practica yoga y si lo necesitas, pide ayuda a un terapeuta o psicólogo. Nuestras emociones están estrechamente relacionadas con nuestro sistema digestivo, así que cuidar nuestras emociones es cuidar nuestra flora intestinal y viceversa.

8. Adios pastillas

Y el último y más importante punto. NO es normal que te duela la cabeza todos los días, o la espalda o lo que sea. Y NO se soluciona con una pastilla. El ibuprofeno, el paracetamol, el enantyum, el almax o el omeprazol son solo parches momentáneos que destruyen nuestra microbiota. Si necesitamos a diario pastillas de este tipo, tenemos que plantearnos afrontar el foco de nuestro dolor o malestar en vez de seguir medicándonos para no sentir dolor. Tratar la causa y no únicamente los síntomas y comenzar a incorporar remedios naturales para poder dejar de tomar las pastillas que tanto daño hacen a nuestro organismo.

Los antibióticos, por supuesto, son otro de los grandes enemigos de una microbiota sana. Esto no es una recomendación para no tomar antibióticos sino para tomarlos solo cuando es totalmente necesario y siempre acompañados de un buen probiótico.

No te pierdas el próximo Taller de Fermentados y Salud Intestinal el 21 de abril en Madrid. ¡Últimas plazas!!

DESCUBRE LA EXPERIENCIA

Retiros (7)