Cíclica. Quizás es una de las palabras que más repetimos en talleres, post o publicaciones de redes. Porque entender e integrar este concepto es el comienzo de una cambio fundamental para muchas de nosotras.
La naturaleza lo tiene claro, los ciclos son necesarios para que la vida prospere, para que las cosechas den fruto necesitamos el barbecho, para que los animales sigan sus rutinas y para el movimiento de las mareas necesitamos las fases de la luna, para la renovación de la tierra y las energías necesitamos a la estaciones. Nada es estático. Todo es dinámico, todo cambia. Y hay una oportunidad de volver a comenzar constante.
La naturaleza de las mujeres está muy conectada con los ciclos. Por eso vivimos tan intensamente las fases de la luna y los cambios estacionales. Pero esa conexión con el latido cíclico que vive en nosotras está rota, perdida. Nos hemos desconectad porque se nos ha impuesto una nueva forma de vivir, que es lineal, que está centrada en el hacer, en los resultados y en la productividad constante. Hemos pasado de ser perseguidas y quemadas por el miedo que nuestra sabiduría despertaba a vivir una revolución feminista, que fue necesaria, pero que ha derivado en una exigencia atroz en muchas de nosotras. Desde el exterior (y desde el interior) se nos exige ser las mejores en nuestro trabajo, llevar un hogar, criar a los hijos y ser la mejor amante. Y vivir como una super mujer implica ignorar el grito cíclico que nos pide el descanso, el momento de parar, para poder florecer y nutrir de nuevo.
Esta desconexión nos enferma y limita nuestras capacidades. Porque pretender ser iguales cada día, cada semana, en cada fase de nuestro ciclo menstrual está ignorando que nuestros dones y fortalezas van cambiando en cada fase, que si nos amamos, escuchamos y aprendemos a conocernos hay un potencial en nosotras infinito que podemos utilizar, siempre respetando nuestros ciclos.
No estamos locas, somos cíclicas. Y aceptarlo implica saber que vivir en cíclico en una sociedad lineal es valiente y todo un reto que solo podemos afrontar con tolerancia, paciencia y mucho respeto por nosotras mismas y nuestros procesos.
Quiero compartir con vosotras dos listas. En la primera recojo algunas ideas de lo que puede suponer integrar en nuestra vida la ciclicidad y seguir este camino desde una nueva perspectiva, sabiendo todo lo positivo que puede aportarnos en el día a día. En la segunda lista recojo las implicaciones de ignorar esta naturaleza cíclica. Porque una cosa esta clara: las mujeres somos cíclicas. Es algo inherente a nosotras. Puede vivirse como una maldición o como la oportunidad y el regalo que es. Es hora de que comencemos a comprender nuestro fluir, a poner foco y atención en la maravilla de nuestro proceso y a entender que cada mes morimos con la menstruación para volver a renacer. Y que eso es una oportunidad increíble que podemos ignorar o utilizarla a nuestro favor, como herramienta de crecimiento personal.
Vivir en cíclico:
- Ser más productiva con menos esfuerzo, sin sufrimiento ni resistencias y fluir en la vida con mayor facilidad.
- Brillar en lo que hacemos, sacando partido a nuestras fortalezas en cada momento.
- Tener infinitas oportunidades ya que cada mes morimos y renacemos.
- Tener la valentía de dejar ir aquello que ya no necesitamos.
- Conectar de una forma profunda con el cuerpo.
- Autoconocernos para atendernos y darnos lo que necesitamos en cada momento.
- Aprender a poner límites sanos en nuestra vida.
- Entender que nuestro valor no depende de nuestra productividad y superar la creencia de que a más ocupada más exitosa.
- Conectar con la naturaleza, que también es cíclica, y vernos reflejadas en ella.
- Entender que el ciclo menstrual es la fuente de nuestro potencial creativo como mujeres.
Vivir ignorando nuestra naturaleza cíclica:
- Perder nuestra energía por querer vivir en una constante productividad.
- No escuchar las necesidades de nuestro cuerpo y mente.
- Enfermar con más facilidad.
- Vivir constantemente cansadas, sintiendo que no llegamos a todo.
- Sufrir síntomas premenstruales o dolor menstrual.
- Tener cambios de humor y sentirnos desubicadas.
- Sentir que no tenemos un claro propósito vital que dé sentido a nuestra vida.
- Luchar constantemente en contra de nosotras mismas.
- Ignorar la esencia fundamental de nuestra naturaleza.
- Ver el ciclo menstrual como un impedimento, una debilidad.
Con amor,
Amanda