La digestión de los alimentos es un proceso complejo de gran importancia. Quizás habría que añadir una interrogación a la tan famosa frase y preguntarnos: ¿somos lo que comemos? Bueno, en realidad sería más exacto decir que no somos lo que comemos, somos lo que digerimos. 

La teoría de la combinación de los alimentos está envuelta en cierta controversia porque no está científicamente probada. Eso no significa que su fundamento no sea científico o que no funcione. De hecho, muchas personas se han beneficiado de una teoría sencilla, fácilmente aplicable y para nada dañina. Si lo haces bien, si has mejorado tus hábitos alimenticios, has dejado de tomar alimentos que hacen daño a tu aparato digestivo y quieres dar un paso más y mejorar tus digestiones, tienes que probarla. 

Si quieres saber otras formas de mejorar tu digestión, te invito a que leas: Claves para gozar de una buena salud (intestinal)


¿En qué se basa la teoría?

Tiene su origen en las teorías higienistas, autores como Herbert M. Shelton y William Howard Hay son sus principales referentes y promotores. Se basa en combinar los alimentos de forma que sean digeridos más eficientemente y con más facilidad. La digestión es necesaria para transformar moléculas de gran tamaño (hidratos de carbono, proteínas…) en otras más pequeñas. De modo que puedan atravesar la barrera intestinal y llegar al torrente sanguíneo. Se encargan de la digestión diferentes enzimas, que tienen limitaciones concretas y cuyo funcionamiento óptimo se da en un cierto ph del medio, temperatura y tiempo determinados. 

Cada tipo de alimentos requiere de ciertas enzimas para su digestión y estas, a su vez, necesitarán de un determinado estado del medio para llevar a cabo su proceso. Por eso, al combinar alimentos que necesitan enzimas que trabajan de forma óptima en condiciones opuestas, se entorpece la digestión, que se vuelve más lenta y complicada. Por ejemplo, las proteínas se digieren en un ambiente ácido (gracias a las enzimas proteasas) y los almidones en un ambiente alcalino (gracias a las enzimas amilasas). Si tomaramos al tiempo proteínas y almidones se liberarían al tiempo jugos ácidos y jugos alcalinos, dificultando y alargando la digestión.

Los alimentos mal digeridos no son aprovechados por nuestro organismo. Las moléculas de gran tamaño que no son rotas en otras más pequeñas desconciertan a nuestro sistema inmunitario. La comida mal digerida puede fermentar o pudrirse generando sustancias nocivas.


Pautas para una correcta combinación de los alimentos:

  1. Tomar agua o líquidos fuera de las comidas.
  2. Tomar la fruta siempre en el desayuno. 
  3. No mezclar diferentes tipos de frutas. Consumir toda la fruta que se quiera del mismo tipo. 
  4. No mezclar alimentos concentrados en la misma comida. Los alimentos concentrados son aquellos con poca cantidad de agua. Es decir: no mezclar almidones y proteínas en la misma comida. ¿Rompe los esquemas? Sí. Pero… ¿Y el filete con patatas? ¿Lo hemos estado haciendo mal todo este tiempo? Sí. Pero no a partir de ahora, ¿verdad? 😉
  5. No mezclar diferentes proteínas. 
  6. Las verduras de hoja verde y vegetales bajos en almidón pueden combinarse con almidones y proteínas.
  7. Añadiremos grasas, como el aguacate, con moderación. Mejor junto a los almidones. 

Os dejo una tabla en la que se ve con facilidad cuáles son las combinaciones correctas. ¡Es muy sencillo! Tan solo hay que habituarse a combinar la comida de esta nueva manera. Son muchos los beneficios que sentiremos en nuestro cuerpo: mayor vitalidad y energía, mejores digestiones, menos pesadez, hinchazón y gases, fortalecimiento del sistema inmunitario y mayor facilidad para recuperar el peso ideal de forma natural. 

Correcta combinación de los alimentos

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