En una mañana estaba claro que no iba a descubrir todos los secretos que entrañaba la práctica del mindfulness, pero al menos conseguiría una primera aproximación a esta técnica.

Con ganas de aprender y sobre todo de relajarme fui al Centro de Meditación Kadampa, en pleno barrio de Malasaña. Es un pequeño local en el que la relajación se siente desde que cruzas el umbral de la puerta. Antes de empezar puedes tomarte un té mientras hojeas alguno de los libros de su tienda.

El mindfulness o atención plena está recomendado para reducir el estrés, aumentar la autoconciencia de lo que estamos haciendo aquí y ahora y lograr un equilibrio mental interno. Tampoco creo que yo sea la más indicada para dar explicaciones técnicas sobre el tema pero como idea general creo que es importante tener al menos eso claro.

Uno de los caminos para lograr esto es la meditación. Parar e intentar olvidarse de todo parece fácil pero os aseguro que una vez te pones con ello tu mente no para de pensar, de ir de un lado a otro…

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Una vez dentro y tras una explicación “teórica” comenzó la práctica con una meditación sencilla titulada “claridad”. Una postura cómoda, ojos cerrados y un objetivo: equiparar nuestra mente con un cielo azul en el que los pensamientos no son más que nubes que al igual que vienen se van y el cielo permanece azul. Yo siempre había pensado que esto de meditar consistía en dejar la mente en blanco, cosa por cierto no he sido capaz de lograr nunca. La maestra, Victoria Morillas nos explico sin embargo que la del cielo azul era una meditación ideal para las personas cuya mente es un batiburrillo constante de pensamientos.

Al principio me costó mucho la verdad. Me concentraba en la música y en las palabras de la profesora pero sin querer la mente se me escapaba del cielo azul a cualquier pensamiento estúpido como ¿qué hago hoy de comer? ¿me dará tiempo a coger el bus de las seis?… Así hasta que hubo un momento ya al final que me olvide de todo y ni oía la música.

Tras unas lecturas y un pequeño debate sobre cómo se podía aplicar el mindfulness a la vida cotidiana hicimos una segunda meditación de la que estoy muy orgullosa. No se si porque ya estaba metida en esa atmósfera de relajación o porque realmente aprendí y conseguí dominar mi mente un rato pero la verdad es que el cielo fue azul casi todo el tiempo que duró.

Lo bueno de este centro para las clases no es necesario reservar, llegas pagas la clase elegida (los precios van desde los 4 a los 10 euros dependiendo de la duración de la clase ) y te relajas. Para los cursos, como el de meditación al que yo asistí sí es necesario apuntarse para asegurarse plaza.

Lo próximo que voy a probar ya lo tengo decidido. Relajar mi mente con meditaciones guiadas, sencillas y efectivas de 30 minutos. Me parece un tiempo ideal, al menos para quien como yo se esté iniciando en esto de la meditación y no pueda estarse quieto mucho rato 😉

Espero que me contéis por aquí vuestras experiencias y recomendaciones.

 

Texto: Erika González @erika_egm