A veces cambiar nuestros hábitos alimenticios no es tan fácil como parece. Son pocas las personas que, de un día para otro, deciden alimentarse de forma más saludable y cambian por completo sus rutinas y forma de pensar. Porque al final, se trata de eso, de enfocar la alimentación desde otra perspectiva y entender cómo lo que comemos nos afecta. Por algo Hipócrates decía «Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina», una máxima bien conocida por todos que resume la filosofía de vida que llevan aquellas personas que deciden cuidar al máximo su alimentación.
Con esta serie de posts de coaching nutricional, quiero facilitarte el camino hacia los buenos hábitos alimenticios, acompañarte durante el proceso y darte las herramientas para que el éxito esté asegurado.
El objetivo
Para comenzar el camino, lo primero que debes tener claro es el objetivo, aquello que quieres conseguir. Cuanto más claro y concreto sea tu objetivo, más fácil te resultará encontrar diferentes formas de llegar a él.
Para formular tu objetivo, te recomiendo que utilices la técnica PRAMPE, que resume 6 características que debe tener todo buen objetivo:
- Positivo – Estar formulado en positivo
- Realista – Que sea alcanzable
- Acordado – Es decir, no impuesto
- Medible – Cuantificable
- Personal – Que dependa de ti
- Específico – Concreto y detallado
La motivación
Otra de las claves, es que el objetivo sea realmente importante para ti. Cuanto más te importe, más motivación encontrarás para conseguirlo. Para encontrar tu motivación, te recomiendo que te formules a ti mismo preguntas que empiecen por «¿Para qué…?», por ejemplo, «¿Para qué quiero mejorar mi alimentación?», cuya respuesta puede ser «Para mejorar mi salud». Pero será mucho mejor si encuentras una respuesta que sea aún más concreta. Por ejemplo, «Para notar menos hinchada la barriga, para ir mejor al baño, para tener más fuerte el pelo».
Te animo a que realices una lista de para qués, partiendo del objetivo que has formulado con la técnica PRAMPE, recordando siempre que cuanto más concreto seas, más útil y motivacional te resultará tu lista.
Encontrarás al final del artículo una ficha en la que podrás ir rellenando cada paso explicado.
Los valores
Por último, para esta primera sesión te voy a pedir que pienses en tus valores. Puede que te resulte difícil nombrar esos valores, pero una vez los tengas, piensa si con tu forma de vida estas honrando esos valores o desmereciéndolos. Si descubres que tu vida no se corresponde con tus valores, aún estás a tiempo de hacer cambios para que todo quede en armonía.
En cualquier caso, resulta sorprendente, pero estos valores están más relacionados de lo que pensamos con nuestra forma de alimentarnos. Por ejemplo, una de las relaciones más claras es Respeto por los animales – Veganismo. Pero no es la única. Si tu valor es la libertad, entonces tu relación con la comida debería ser libre. Pero no en el sentido de comer aquello que te pide el cuerpo, incluso aunque tú no deseas comerlo y después vas a sentirte mal. Sino en el sentido de no sentirte esclavo de tus impulsos o de las tentaciones, poder elegir de verdad, comer conscientemente, con plena atención y capacidad de elección. Un buen ejercicio sería adjudicar un valor a cada uno de tus objetivos.
Te dejo a continuación una ficha o Plan de acción. Un documento que resume todo lo que hemos visto en esta primera sesión y que te será útil para dejar por escrito qué es lo que quieres conseguir -es decir, tus objetivos-, para qué lo quieres conseguir y, por último, cómo vas a conseguirlo. En él debes pensar cuál es tu objetivo general, cuáles son las metas específicas y qué actividades o compromisos utilizarás para alcanzar tu objetivo.
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Aprende paso a paso a preparar la ensalada hojas verdes con toques cítricos y comienza a cambiar tus hábitos con mucho sabor.
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