Consumir o no leche de vaca es una decisión que muchas personas se ven forzadas a tomar por diversos problemas de intolerancia. Lo cierto es que socialmente aún se venera a la leche de vaca como un super alimento y muchas personas sienten miedo de dejar de tomarla porque piensan que van a tener algún tipo de carencia nutritiva. La leche materna es insustituible y necesaria para que los recién nacidos se desarrollen, pero hay muchas diferencias entre esa leche que recibimos de nuestra madre y la leche de brick que compramos en el supermercado.
La leche de vaca es un alimento consumido sobre todo por los europeos, los hindúes y los americanos; ya que ni los asiáticos ni los africanos la consumen sin tener por ello problemas de salud.
La intolerancia a la lactosa
El consumo de leche de vaca presenta varios inconvenientes. El principal: la intolerancia a la lactosa. La lactosa es el azúcar de la leche, que es hidrolizado en el intestino gracias a la acción de la lactasa, una enzima que actúa en su máximo esplendor durante el periodo de lactancia y que va perdiendo actividad según pasan los años. En la edad adulta, esta enzima continúa activa pero no por igual en todos los grupos étnicos y la intolerancia dependerá de factores genético hereditarios. Da igual si hemos consumido mucha leche de pequeños o no, nos va a sentar igual.
El tratamiento de la leche
Añadido al problema de la lactosa, la leche que encontramos en el supermercado ha sufrido diversos cambios como consecuencia de su comercialización, que van deteriorando su valor nutritivo. Hay varios tipos de leche, la pasteurizada es conocida como leche fresca, y se somete a 80º durante 15 segundos para eliminar gérmenes patógenos; la esterilizada es la que más modificaciones sufre, sus proteínas están muy degradadas y las enzimas muertas, por lo que es la más indigesta y menos nutritiva. La UHT (Ultra Haute Temperature), se somete a 150º durante 2 segundos y se trata de un producto casi muerto. Por último, la leche se somete a un proceso de homogeneización que hace que no forme nata y que no se agrie. Este proceso hace la grasa más absorbible y aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
La caseína
La caseína (la proteína de la leche) también causa muchos problemas porque es una sustancia espesa y áspera (que se utiliza para hacer pegamento para la madera). La leche de vaca contiene un 300% más de caseína que la leche humana, lo que la convierte en uno de los alimentos que más mucosidad produce. El cuerpo humano no dispone de mecanismos digestivos adecuados para descomponerla y esto agrava enfermedades respiratorias.
Descalcificación ósea
Para terminar, los países donde se consume más leche de vaca son aquellos en donde hay más osteoporosis. Una enfermedad en la que los huesos van perdiendo densidad y que va asociada a la pérdida de calcio. Un exceso de proteínas, sobre todo de origen animal (exceso de fósforo), y un déficit de magnesio contribuye a agravar esta enfermedad.
Es cierto que la leche contiene una alta concentración de calcio, pero tiene muchos más inconvenientes que beneficios y existen alternativas para sustituir la leche por otros alimentos ricos en calcio.
Almendras + higos secos: el desayuno alternativo
La almendra es el fruto seco que más calcio contiene (250 mg/100 gr). Los higos secos, por su parte, destacan nutricionalmente por la cantidad de calcio que aportan (190 mg/ 100gr). También son ricos en potasio y en magnesio, minerales necesarios para la correcta asimilación del calcio. La combinación de ambos, además del aporte energético, es ideal para aquellas personas que quieran prescindir de la leche de vaca y estén preocupadas por el aporte de calcio a su dieta.
Si se busca algún líquido en el desayuno, otra opción es utilizar la bebida vegetal de almendras (o leche de almendras) en sustitución a la leche de vaca. Utilizándola para hacer un café con leche de almendras o para mojar galletas o cereales.
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